Algunas veces resulta muy difícil hacer/se a un lado de la maquina mediática para tratar de entender un determinado problema, pero resulta urgente en situaciones como las que vive Siria y la parte del mundo que se “preocupa” por su pueblo.
Los medios de prensa oficiales hacen girar sus secciones internacionales en torno al tema sirio, visto desde la lógica de la democracia y los Derechos Humanos. Vemos a la Hillary Clinton haciendo llamamientos seudoreligiosos a la comunidad internacional para “proteger” y “salvar” a los civiles ante las brutalidades de un gobierno autoritario. El argumento moral, baratija política cotidiana, termina por embrutecernos.
Y la pregunta es, como siempre, ¿Qué es lo que se nos escapa? ¿Cuáles son los discursos políticos que debemos des/estructurar para hacer un análisis concienzudo?
Lo central, una vez más, es situar a Siria dentro el contexto político en el que se encuentra. Las características políticas, culturales y religiosas no son tan simples de aprehender como las de otras realidades de Medio Oriente. Para empezar, hay que hacer mención a que este es un país que se encuentra en la encrucijada oriente-occidente. Y aunque estas categorías reflejan en su mínimo grado –considerando que a veces llegan a ser una caricatura- la problemática regional, son un instrumento de fácil acceso para la simplificación y comprensión. Lo que se juega en la caída o permanencia del gobierno de Assad es la pugna entre estos dos modelos geopolíticos.
Por un lado tenemos las aspiraciones del hegemón norteamericano, su aliado europeo y el enclave israelí. Por otro, unas formas político-culturales que, hasta el momento, no se han sometido completamente a los designios de las potencias predominantes post II Guerra Mundial.
Basta con ver que los países que apoyan la intervención armada de la OTAN y sus gobiernos que son, precisamente, los Estados con características prooccidentales. Arabia Saudita, Bahrein, Qatar, Kuwait, entre otros. Y los gobiernos que se oponen a esta esrategia están en la batalla por conservar su relativa autonomía frente al neocolonialismo. Hay que agregar, como fenómeno de suma importancia, el rol de las potencias, no ya emergentes, sino re/surgidas. Rusia y China.
A Rusia y China le importan muy poco los Derechos Humanos y la Democracia. Al menos no en lo que tiene que ver con la exportación de estas construcciones. De más está decir que a EEUU, Europa e Israel, mucho menos. Lo que está en juego es un tipo de hegemonía en la región.
Siria no es más que un “síntoma” de lo que está ocurriendo en el mundo. Así lo manifiesta, por ejemplo, Marwan Bishara, analista político de Al Jazeera. Lo que se está jugando en este escenario en la predominancia de unas potencias u otras.
Basta con ver el mapa. Medio Oriente es la frontera entre el mundo occidental y el Oriente. Si cae Siria, eventualmente hay mayores posibilidades de que también lo haga Irán. Y la caída de Irán, con la consecuente instalación de un régimen prooccidental sería un golpe de puño para Rusia y China. Al mismo tiempo, un problema a resolver para India.
Irán, Pakistán y Afganistán son Estados que aún mantienen un nivel de resistencia a los intereses coloniales de Occidente. Afganistán es un fracaso para Estados Unidos y un ejemplo claro de esto es el desastre que ha implicado la quema del Corán y las no publicitadas muertes de militares norteamericanos a manos de las fuerzas policiales y militares afganas que ellos mismos están entrenando. Estos países tiene una mayoría de población islámica shií, rama que se encuentra muy cercana a la representada por Al Assad, la corriente Alauí. Otro elemento a considerar.
Siria ha vivido en los últimos años un proceso de liberalización económica, al estilo de las exigidas por el FMI a tantos países europeos y latinoamericanos. Esto ha traído como consecuencia una disminución considerable del rol del Estado y con ello la evidente impotencia de sus ciudadanos. Además de los legítimos intentos de la población por botar los obstáculos para el verdadero ejercicio político, ¿es posible que se pueda levantar un puente entre el descontento latinoamericano en plena aplicación del Consenso de Washington o en la crisis político-financiera europea actual, ambos manifestados abiertamente con protestas que en mayor o menos medida han implicado uso de violencia por parte del Estado?
Por otro lado, tenemos a grupos opositores diferenciados claramente. Por una parte, y concentrados principalmente en las estructuras que se organizan desde el extranjero, está la oposición que funda su discurso en la liberalización económica con su potencial constitución como elite economicopolítica. Por otro lado, una oposición que pugna por reformas que permitan mayores libertades políticas y civiles. Las primeras, lideradas por el Consejo de Nacional de Siria, apuestan por la intervención directa de la comunidad internacional –entiéndase OTAN y los Estados parte- o por armar a los “rebeldes”. La otra oposición no concibe, bajo ningún término, la intervención extranjera.
Siria, siguiendo con la lógica de frontera, es, junto a Irán, el principal financiador de las milicias de Hezbollah, organización que tiene tomado la mayor parte del sur de Líbano, país que limita con Israel y que se constituye como una democracia liberal-occidental “estable”. Si cae Siria, Hezbollah se vería en serios problemas en cuanto a su resistencia al sionismo y sus patrones de dominación, con las evidentes consecuencias para Palestina, principal obstáculo para el control de Medio Oriente por parte de Israel. Guiño importante a la hora de ver porqué, a pesar de las protestas implícitas de Obama, la fuerza del lobby sionista pesa demasiado a la hora de una actitud que beneficie la lucha electoral de los demócratas en Estados Unidos.
En definitiva, la suerte de Siria en el presente no es más que el resultado de los cálculos geopolíticos de las potencias en la región. Y esto, si miramos el mapa del “mundo” no refleja más que el reacomodo, el desplazamiento de los espacios de poder hegemónico en la política internacional. Cuestión que, querámoslo o no, nos afectará a todos, directa o indirectamente.
Moraleja, poner más atención.
excelente artículo, digno para ser trabajado con mis alumnos de cuarto medio en el colegio, gracias!!!!!
ResponderEliminarHola Cristina. Me parece muy interesante lo que están haciendo en Valparaiso con la Universidad Popular. En Temuco estamos intentando generar un trabajo en conjunto con dirigentes sindicales y estudiantes. Si te parece podemos compartir algunas ideas, puedes ver mi columna en esta página: http://g80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=15039 Mi correo es;: luisvive@gmail.com
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