viernes, 2 de marzo de 2012

Protestas en Grecia. ¿Existe otra salida?

El plan de austeridad exigido a Grecia  por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional, fue aprobado por el parlamento y,  en síntesis, implica la disminución del salario mínimo en un 22%;  la reducción de las pensiones y el despido, para el año 2012 de un total de 15.000 trabajadores públicos.
Durante una huelga general de 48 horas y en el período de la sesión del parlamento que aprobó las medidas, el pueblo griego se manifestó en las calles: enfrentamientos con la policía, 34  edificios quemados, al menos 100 heridos y 40 diputados expulsados de sus partidos.
Para comprender los impactos de las nuevas medidas se puede hacer un ejercicio simple. Pensemos que el sueldo mínimo en Chile, de $182.000, se viera reducido de golpe a $141.960. A eso súmele un porcentaje oficial de desempleo de 19,20% a octubre de 2011 y el despido de 150.000 trabajadores en los próximos 3 años, sobre una población total de 11.319.048[1] millones de habitantes. ¿Qué haría usted?
Ante esta situación y considerando  que las nuevas condiciones corresponden a poder cumplir con los pagos a los bancos acreedores de la deuda griega, la desesperación y la rabia son el resultado lógico.
La imagen de un parlamento cercado por policías ante el pánico que produce la manifestación de descontento popular es iluminadora. Decisiones que son tomadas a puerta cerrada con tal nivel de oposición por parte de la población no caben dentro del cínico culto a la democracia. Definitivamente, las autoridades griegas no tienen la legitimidad necesaria para ejercer el poder político formal.
Aún así, es importante recalcar que hay resistencia. Parte de ella está organizada y con objetivos claros que surgen del análisis de la realidad nacional y no solo de reivindicaciones sectoriales. Un ejemplo de ello es el proceso que vive un hospital griego que ha sido tomado bajo el control de sus trabajadores y que, este otras cosas, decide entregar atención gratuita a todos quienes acudan a él. En la declaración pública emitida por la asamblea plantean que “Los trabajadores del hospital general de Kilkis responder a este totalitarismo (el del gobierno) con democracia. Ocupamos el hospital público y lo sometemos a nuestro control directo y total. A partir de ahora, el hospital de Kilkis será autogobernado y el único modo legítimo de decisión será la asamblea general de sus trabajadores”. Esto es ejercicio de poder popular, con legitimidad y osadía.
Lo que viene para el pueblo griego no es simple de saber. Lo único claro es que hay dos conceptos que están instalados. Protesta y resistencia. Y para el resto del mundo, estar atentos, aprender y solidarizar.


[1] Datos del Banco Mundial

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