Las crecientes tensiones que se producen en la frontera
turco-siria a partir de la muerte de ciudadanos turcos por ataques desde la
frontera Siria no pueden ser vistas en términos aislados. Los conflictos que se
están desarrollando en el área tienen que ver, directamente, con las pugnas de
potencias mundiales sobre el dominio regional.
Siria, hasta el momento, ha llamado a la prudencia política,
principalmente a partir de la consideración de que esta frontera está siendo
utilizada como lugar de tránsito de armas para los rebeldes sirios, lo que
vulneraría importantes principios de la
Carta de Naciones Unidas sobre la libre determinación de los pueblos y la no
injerencia en asuntos internos de otros Estados. Turquía, por su parte, ha
llamado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a tomar una resolución
sobre el asunto, al mismo tiempo que ha desarrollado una reunión de emergencia
con los países de la OTAN, amparada en el artículo 4° del tratado, que permite
convocar a consulta a los países aliados.
Esta postura ha sido respaldada,
incondicionalmente, por la OTAN y particularmente por Gran Bretaña, entre
otros países aliados. Por otro lado, el
Consejo de Seguridad, hasta el momento, no ha podido llevar a cabo una
resolución vinculante que permita la intervención en Siria, producto del veto
de Rusia y China.
Hoy jueves, el parlamento turco ha aprobado, por el plazo de
un año, las actuaciones militares fuera de su frontera, en directa respuesta a
lo planteado anteriormente, lo que aumenta
la tensión regional porque permitiría ataques en territorio Sirio sin la
venia de la OTAN ni del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Si bien, en términos formales, este asunto está siendo
tratado dentro de los términos permitidos por el Derecho Internacional, hay que
poner especial atención a las implicancias políticas que esto tiene.
La pregunta que nos hacemos todos ¿es esto una excusa para
la intervención militar internacional en territorio sirio?
Creemos que, efectivamente, esto tiene que ver con intereses
imperiales en la región. Sin duda, se han estado violando los principios del
derecho internacional. Pero, ¿es el derecho internacional, tal como lo
conocemos hoy, una garantía para los pueblos que no están en una posición de
poder en cuanto potencias? No es así, porque como hemos visto en los casos, por
ejemplo, de Palestina y Libia, esta construcción de instituciones
internacionales aún no puede librarse del peso y poder de decisión de las
potencias imperiales.
Medio Oriente es hoy una región estratégica para lo que
solemos llamar “occidente”, no tan solo por las implicancias económicas del
dominio de la producción, comercialización y distribución de hidrocarburos,
sino, más aún, por la importancia que tiene el hecho de que culturas no
europeocéntricas puedan decidir sobre sus propios destinos. Y esto nos afecta
directamente como latinoamericanos, ya que
tenemos la responsabilidad, como parte de esas otras culturas que buscan
caminos propios para construir una forma propia y particular de hacer política,
de tomar posturas claras sobre las formas de neocolonialismo que se están
poniendo en práctica y desarrollar efectivas y contundentes políticas de
resistencia que garanticen el bienestar e independencia de nuestros pueblos.